viernes, 24 de agosto de 2007

ALBA

No reniego del cielo que ha zanjado
la ilusoria distancia de mis ojos,
no reniego del ansia, los despojos
que mis ojos dejaran a un costado;

reniego de la noche desvaída,
de la nunca deshecha llamarada
del sol que me ilumina la mirada,
la mirada que muere, consumida.

Haz de la leve luz, filo del alba,
presagio sin igual de aquel motivo
que dibuja mi faz en el reflejo.

Ya esta ciega ventana no me salva;
he de morir mirando cómo vivo,
cómo yacen los ojos, el espejo.

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