jueves, 20 de septiembre de 2007

BUENOS AIRES

Ha desaparecido un poco el pánico.
Hoy caminé una hora. Al caminar
pensaba en Villa Gesell, en el mar
y terminé sentado en el Botánico.

En el Jardín Botánico hay turistas,
ancianos resignados, chicas solas
pero no un horizonte lleno de olas
ni la arena solar para que vistas

tu piel en el calor; sólo está el verde,
el llanto de la calle que se pierde
y un banco en el que un hombre está sentado.

El hombre, que es un pésimo poeta,
parece presentir una secreta
presencia cuando mira hacia un costado.


Jardín Botánico, 20 de septiembre.

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