NOCHE
El velo sibilante que deshace
los hálitos graciosos de la boca
irisa un alfabeto que en él nace
y va traumatizando lo que toca.
La crispación que esa quietud enfoca
hacia el tejido seco de mi base,
desliza en humedad lo que equivoca:
la prez licnobia del humor que pace.
Una credulidad a lo silente
amalgama los músculos dormidos
y la noción renueva su corriente.
(Bajo el signo cegado de sonidos
el refocilo orlado de mi lente
dilata la ficción de los sentidos.)
3 comentarios:
ESte soneto data de una época anterior. Es uno de los primeros que hice y me inspira un cariño bobo, rayano en la idiotez.
En esa época, aún, yo amaba el vocabulario, las palabras.
Ponía, sobre todo, particular atención en el sonido, la música que se da (o no) cuando, como creo que dice Arnaldo Calveyra, dos palabras se juntan y hacen incandescencia.
pedro sigo leyendo y paseandome por su rincones, dos palabras se juntan y hacen incandescencia, seremos fuegos, seremos un cometa, seremos un dibujo en tinta tornasol? a mi la tormenta de rosa me vuela las cosas y los fuegos, las palabras se van y me vuelven.
un abrazo muy grande.
Conmovida, Pedro. Lo saludo con gran reverencia.
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