martes, 9 de octubre de 2007

LA SIESTA

IV


Con la menguada luz del sol, leía,
en una habitación que olía a jazmines
en descomposición, una poesía
que hablaba de palacios y jardines.

Ruben Darío era un destino y era,
en esa soledad deshabitada,
una fuente de dicha pasajera
mas, como los jazmines, agostada.

Y sin embargo yo leía, leía
buscando en ese arcano modernista
el hallazgo de un alma manifiesta

y de pronto un temblor se producía
dentro de mí: sintiéndome un artista
no me afectaba el miedo de la siesta.

2 comentarios:

A las 10 de octubre de 2007, 11:44 , Blogger Pablo Seguí ha dicho...

Hola, Kuy, ¿qué tal? Buena la regularidad con que publicás. Bueno tener qué leer cada uno o dos días.

No sé si la poesía de Rubén Darío se agostó. Yo la encuentro siempre nueva y buena.

La rima "jardín/jazmín" la practica mucho Silvina Ocampo, por su gran afinidad.

Lindo poema. ¡Qué historias con la siesta!

Un abrazo.

 
A las 10 de octubre de 2007, 17:05 , Blogger Pedro Kuy ha dicho...

Silvina Ocampo es una cuenta pendiente, para mí.

Igual, siempre recuerdo estos raros versos suyos, que suelo murmurar cada vez que ando por el jardín Botánico.

"En los senderos grises del invierno/
están las plantas del Jardín Botánico/
donde canta un zorzal dulce y tiránico/
que podría agravar cualquier infierno/
con su canto mecánico."

Es un gusto encontrarte, Tamarit.

 

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