A REYNA*
A veces en la noche de mi sueño
la savia del pasado se desvela
y el vilo de la vida de mi abuela
despierta y me acompaña, y soy pequeño.
Soy pequeño, tal vez tengo diez, once
años, el pelo lacio, la mirada
en esa vieja imagen congelada,
mi abuela de aire y sal, mi abuela en bronce,
mi abuela caminando por la incierta
materia desgastada de los días
creyendo al caminar que no está muerta
sino que habita el páramo hogareño
que empieza en las primeras alegrías
y avanza hacia la noche de mi sueño.
*A mi abuela siempre le dijimos Reyna porque había nacido un 6 de enero.