LA HABITACION DE VINCENT EN ARLES
Es como un fotograma desfasado
de un momento preciado de mi vida;
en esa habitación viví asilado,
escaso de placer y de comida.
Es una exhalación, una pavura,
que se alza en el presidio de mi pecho,
una elucubración de la locura,
la soledad, cercana y al acecho.
Es haber transitado cien pensiones,
y haberle dicho a Dios: “No me abandones”
para putearlo, al fin, poco después.
Es ver en la palabra en la que creo.
Eso es lo que me pasa cuando veo
La habitación de Vincent en Arles.