PARA ELISA
Cuando pasan los besos, la sonrisa
final de un día pletórico de vida,
mi hija siempre me pide , entredormida:
"Papá, quiero que pongas Para Elisa".
Llega entonces Beethoven, la acompaña
en la incógnita senda de su sueño
(largamente y en vano yo me empeño
en vislumbrar el sueño que la apaña).
La noche se desliza por el piano
y se lanza descalza en un verano
en el que se hace luz la melodía.
Sobreviene la pausa de la prisa.
Mientras suene de fondo Para Elisa,
todo puede esperar, Princesa mía.